Una Ucrania sacada de ‘Salvar al soldado Ryan’

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Hace unas semanas, me invitaron a visitar Ucrania. La invitación se produjo antes de mi nombramiento como director de Diario de España, cuando ejercía como director adjunto y jefe de la sección política.

Durante un largo fin de semana -viernes incluido-, pasé mi estancia en Ucrania, visitando todas las ciudades que pudimos, en un coche y con el temor de que algo malo nos ocurriera por el camino. En la capital ucraniana, Kiyv, militares de las Fuerzas Armadas me pidieron contar la realidad, y por eso mismo, y para cumplir con mi promesa, mis ganas de seguir visitando Ucrania aumentaron.

He de decir que vivimos momentos duros. El más destacable, y en mi caso me llegó al corazón, fue cuando una mujer mayor de 70 años, al contarle que soy periodista y venía a hacer un reportaje, me cogió de la mano y entre lágrimas me dio una nota escrita para su nieto que se encuentra en España.

Durante unos minutos, pude hablar con ella, y no solo me relataba el caos y el miedo que vivió, también su temor a que algo le pasara a su nieto en el camino a España. Los padres de este, también se encuentran en España, aunque su nieto continúa con sus estudios. Me comprometí personalmente a llevarle la nota a su vástago en Barcelona, y así fue.

Recuerdo perfectamente las lágrimas del joven de tan solo 19 años. Parece mentira que hace tan solo 7 meses comenzara la guerra en Ucrania y ya sepa hablar tan bien castellano. Desde el inicio de la invasión, esta familia se separó, aunque la mujer no vino a España porque su marido -de 72 años-, había decidido voluntariamente ir a la guerra.

Según me relató, no lo considera su “marido”, sino su “compañero de vida”, porque llevaban más de 50 años casados. Se encuentra en Kyiv, aunque en otro punto de la ciudad. Es difícil sacar las palabras para describir la situación que durante los minutos que estuve con la anciana, pude no solo oír, también ver, ya que nos llevó a su casa, y más que casa, parecía el propio campo de batalla.

La entrada a Ucrania no fue fácil, y sabíamos a los que nos enfrentábamos. Pude contar con los consejos de otras personas, aunque muchos de ellos -por suerte- no me tocaron utilizarlos.

Durante todo el trayecto desde que entramos hasta que salimos, cambiamos en varias ocasiones de vehículo. Los militares ucranianos nos animaron a volver a visitar Ucrania en un futuro, y les prometí, que cuando se cumpla el año desde el inicio de la invasión, volvería, y que me gustaría seguir en contacto con ellos para volver a vernos.

El reto era complicado, pero nuestras ansias de contar la realidad, sin tapujos y sin mentiras, sacando a la luz todas esas informaciones falsas que periodistas pro-rusos sacan en medios para culpar a Ucrania de todo y agasajar a Rusia y a Putin.

Una de las ciudades que más me llamó la atención fue Zaporiyia, que junto a Lugansk, desde hace unas semanas, son considerados territorios “rusos”, pero ilegalmente. En la ciudad, tuvimos un pequeño percance con militares rusos. Al llegar, nos preguntaron “¿quiénes sois y de dónde venís?”, decir “somos periodistas y venimos a contar la realidad” no era una opción, pero para salir del paso, “somos turistas”. Punto.

La primera parada fue Leópolis, una de las primeras ciudades importantes en su entrada por Polonia. Tan solo unos días atrás, había sido bombardeada por Rusia, y todavía podía verse y notarse los restos de aquella masacre.  Teníamos planeado ir a Jersón, pero nuestros planes se trucaron cuando se nos dio un aviso externo -desde la UE-, para avisarnos que no fuéramos, puesto que Rusia estaba desalojando la ciudad para un previsible ataque de las tropas ucranianas para recuperar la ciudad.

Sinceramente, todo lo que nuestros ojos pudieron ver, parecía nos recordaba a la película ‘Salvar al soldado Ryan’ de Steven Spielberg.

En cuanto a momentos delicados y duros, destaco dos, uno es el momento con la mujer de 70 años en la capital, y el otro, en Járkov, cuando una madre, interesada por saber qué hacíamos allí, nos contó que su hijo de 3 años había fallecido en el mes de marzo. Su dolor podíamos sentirlo nosotros.

En esta misma ciudad, se nos alertó que estuviéramos alerta de las alarmas o cualquier sonido, puesto que había peligro de bombardeo. “Quedaos cerca de cualquier refugio”, fueron las palabras de un policía alistado en el ejército nacional.

Conocimos a un alto cargo del ejército, que nos contó cuál era el plan de Ucrania para recuperar esos territorios anexados ilegalmente. Este, junto a un pequeño equipo nos llevó a una zona de la ciudad donde hay decenas de tanques tanto rusos como ucranianos, donde una persona estaba sacando piezas de los vehículos para darlas a las tropas. Volveremos.

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COLUMNISTA

Máster en periodismo internacional y en derecho constitucional. Desde mayo de 2022 ha cubierto la información de Ciudadanos y Vox en la sección política, también ha informado de los acontecimientos globales en la sección internacional. Conduce el podcast ‘Esfera Internacional’ de Diario de España. Actualmente escribe la columna 'El Ciudadano' cada domingo.

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