Fernando Valladares, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC)
A medida que el aumento de la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera calienta la Tierra, la temperatura global crece y, como consecuencia, las olas de calor incrementan su duración e intensidad. Las temperaturas sin precedentes se están registrando con más rapidez y furia de lo que los investigadores esperábamos. Y esto plantea interrogantes sobre lo que cabe esperar en el futuro.
El hecho de que las temperaturas hayan superado el umbral mucho más rápido de lo previsto podría deberse a que los modelos climáticos son incompletos. En principio, simulan razonablemente bien las olas de calor y el aumento de la intensidad y la probabilidad del calor extremo a gran escala. Sin embargo, a escalas más pequeñas los cambios en las temperaturas máximas diarias anuales no siguen el mismo patrón.
Los resultados y observaciones para algunas regiones, como el este de Estados Unidos y algunas zonas de Asia, nos permiten entender mejor la influencia de los factores locales y de la variabilidad natural en el patrón local de olas de calor.
Por otro lado, hay que tener en cuenta el balance de la humedad, los cambios en los usos del suelo y la humedad del suelo para lograr proyecciones más fiables de los cambios que se avecinan en las temperaturas.
Más mortalidad, incendios forestales y pérdida de cosechas
Es importante preverlas porque las olas de calor persistentes tienen graves repercusiones en los ecosistemas y las sociedades. Destacan sobre todo tres: exceso de mortalidad, incendios forestales y pérdidas de cosechas.
El verano de 2022 ha sido el que más fallecimientos ha causado en España en los últimos 72 años. Nada menos que 120 000 personas han perdido la vida. De hecho, 2022 ha superado en decesos incluso al verano de la pandemia (2020). Aún no se han logrado entender del todo las causas, pero sin duda las olas de calor largas, intensas y recurrentes han tenido mucho que ver en ello.
No se puede negar que el calor sufrido ha sido de récord absoluto. Cuando en promedio los veranos españoles han tenido 7 días de olas de calor, en el 2022 ha tenido 42. Ha sido el verano mas caluroso registrado en España y 31 provincias han registrado los valores térmicos más altos de su historia.
Estas altas temperaturas no solo matan por el conocido “golpe de calor”, sino que agravan patologías preexistentes, como enfermedades cardiovasculares, respiratorias, pulmonares, renales, gastrointestinales o incluso neurológicas. Además, hay que tener en cuenta que un factor determinante de este exceso de mortalidad es también el colapso de los centros de atención médica.
España ha encabezado los registros de exceso de mortalidad (fallecimientos por encima del promedio de un país para una época determinada) de toda Europa, seguida de lejos por Alemania y Suecia. El sistema de monitorización de la mortalidad diaria por todas las causas (MoMo), elaborado por el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), estima que en España se han producido algo más de 4 700 muertes relacionadas con el exceso de temperatura entre finales de abril y comienzos de septiembre.
Ha sido, no obstante, un golpe de calor letal en buena parte de Europa, con récords absolutos tanto de calor como de fallecimientos en varios países como el Reino Unido. En el verano austral se vivió una situación parecida.
Calor y sequía, una mezcla explosiva
Si algo aprendimos de la sequía de 2003 en Europa es que cuando calor y sequía se combinan amplifican sus impactos respectivos en los ecosistemas naturales y tienen efectos devastadores. Ese año, la combinación generó una gran crisis de productividad primaria de los ecosistemas forestales y el fallecimiento de más de 100 000 europeos.
El investigador del Instituto Potsdam para la Investigación sobre el Impacto del Cambio Climático Efi Rousi y colaboradores han identificado a Europa como un punto caliente de olas de calor. El viejo continente muestra tendencias ascendentes en estos eventos extremos que son de tres a cuatro veces más rápidas en comparación con el resto de las latitudes medias del hemisferio norte durante los últimos 42 años.
Esta tendencia acelerada está vinculada a cambios atmosféricos dinámicos que se asocian sobre todo a un aumento en la frecuencia y persistencia de los estados de doble chorro sobre Eurasia. La corriente en chorro tiene una gran influencia en el clima y en la determinación de regiones climáticas en el planeta y el hecho de que se desdoble en dos corrientes es algo que la ciencia está comenzando a entender y a estimar sus repercusiones.
Los estados de doble chorro son particularmente importantes para las olas de calor de Europa occidental, explicando hasta un 35 % de la variabilidad de la temperatura. Su tendencia al alza puede explicar en gran medida la aceleración de las olas de calor en Europa occidental, y cerca del 30 % de la misma en toda la región europea.
Ciertas configuraciones de la corriente en chorro están vinculadas a extremos térmicos en diferentes regiones de latitud media, regiones clave para la producción de cereales. Eso implica que pueden poner en peligro la seguridad alimentaria mundial y la estabilidad social.
Estas investigaciones, sumadas a las observaciones relativas al anticiclón de las Azores y la sequía en Europa occidental, avanzan nuestra capacidad de evaluar y anticipar los riesgos ambientales, sociales y geopolíticos bajo un cambio climático no mitigado.
Fernando Valladares, Profesor de Investigación en el Departamento de Biogeografía y Cambio Global, Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.