Una catástrofe anunciada: la destrucción de la presa de Nova Kajovka pone en jaque a Ucrania

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La guerra entre Ucrania y Rusia ha entrado en una nueva fase de escalada tras la destrucción de la presa de Nova Kajovka, una importante obra hidráulica que regulaba el caudal del río Dniéper y que abastecía de agua y electricidad a gran parte del sur del país. El ataque, del que ambos bandos se acusan mutuamente, ha provocado una riada que ha arrasado casas, cultivos y minas, y que amenaza con inundar unas 80 localidades, incluida la ciudad de Jersón, donde viven unas 300.000 personas.

Según el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, se trata de un acto de “ecocidio” cometido por los “terroristas rusos” que ocupan parte del territorio desde 2014. Zelenski ha convocado una reunión de emergencia con sus jefes de seguridad y ha ordenado la evacuación masiva de los civiles afectados por la catástrofe. Hasta el momento, se han evacuado a más de 700 personas y se espera que el número aumente en las próximas horas.

El gobierno ucraniano ha difundido imágenes que muestran el estado de la presa tras la explosión, que ha dejado un gran boquete por donde se desborda el agua con fuerza. También se han publicado vídeos en las redes sociales que muestran el avance imparable de la riada, que ha arrastrado edificios, vehículos y explosivos. Algunos testigos han relatado escenas de pánico y desesperación entre los habitantes de la zona, que han tenido que abandonar sus hogares con lo puesto.

La presa de Nova Kajovka era una infraestructura estratégica tanto para Ucrania como para Rusia, ya que controlaba el flujo del río Dniéper, una vía fluvial vital para el transporte, la agricultura y la industria. Además, la presa albergaba una planta hidroeléctrica que generaba energía para la región y que también suministraba agua a la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014. La destrucción de la presa podría tener graves consecuencias para el abastecimiento y el medio ambiente de ambos países.

La tensión entre Ucrania y Rusia se ha disparado en los últimos meses por el aumento de las hostilidades en el este del país, donde los separatistas prorrusos apoyados por Moscú mantienen un conflicto armado desde hace siete años. Ucrania acusa a Rusia de haber invadido su territorio y de haber desplegado miles de soldados y armamento pesado en la frontera. Rusia niega las acusaciones y asegura que solo defiende sus intereses y los derechos de los rusoparlantes.

El ataque a la presa de Nova Kajovka podría ser un punto de inflexión en la guerra, ya que supone una amenaza directa para la seguridad y la soberanía de Ucrania. Zelenski ha pedido a la comunidad internacional que condene el sabotaje y que apoye a su país frente a la agresión rusa. También ha reiterado su voluntad de dialogar con el presidente ruso, Vladimir Putin, para buscar una solución pacífica al conflicto. Sin embargo, las posibilidades de una negociación se ven cada vez más lejanas ante la escalada de violencia y las provocaciones mutuas.

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