El desafío de los jóvenes que España no pone fácil: educación, empleo, emancipación, vida y TIC

La persistente brecha generacional en España evidenciada por indicadores de empleo y vivienda en el Índice Sintético de Desarrollo Juvenil.

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La crisis financiera de 2008 marcó un punto de inflexión en la percepción económica de España, desterrando la fantasía de prosperidad que había prevalecido durante dos décadas. Sin embargo, su impacto trascendió la esfera económica al recortar las expectativas de una generación educada en la perpetua bonanza y condenarla a un futuro no solo inferior al que esperaba, sino también por debajo del estándar establecido por sus progenitores. Quince años después, el conflicto generacional sigue perfilando el panorama político, económico y social de la nación ibérica.

El Índice Sintético de Desarrollo Juvenil, una investigación anual elaborada por el Centro Reina Sofía de Adolescencia y Juventud, arroja luz sobre la calidad de vida de los jóvenes europeos, evaluando parámetros clave en cinco dimensiones: educación, empleo, emancipación, vida y TIC. España, una vez más, enfrenta dificultades notorias en este análisis.

La posición de España en el índice la ubica ligeramente por encima de solo cuatro naciones europeas: Grecia, Suecia, Rumanía e Italia. En contraste, otras naciones europeas presentan condiciones más favorables para sus jóvenes. Los primeros lugares están ocupados por Eslovenia, Alemania e Irlanda. Las áreas problemáticas para España no abarcan la educación, que se mantiene en la media comunitaria, ni la categoría de “vida”, que incluye aspectos relacionados con la salud mental y la fecundidad. Los desafíos más apremiantes residen en el empleo y la emancipación.

España persiste como el único país europeo donde la tasa de desempleo juvenil supera el 26%, un dato excepcional no solo dentro del continente, sino también en el contexto de las naciones desarrolladas. Aunque el informe señala que todos los territorios han experimentado retrocesos en sus índices de empleabilidad, la situación en España es singular. Durante la crisis, la tasa de desempleo juvenil alcanzó picos del 50% y, desde entonces, no ha mostrado mejoras sustanciales, manteniendo una presencia constante de temporalidad y “parcialidad involuntaria”.

El mercado laboral español se caracteriza por una oferta insuficiente de empleos de calidad. Este problema es evidente entre los jóvenes universitarios, ya que el 36% de los titulados españoles ocupan puestos no cualificados, la cifra más alta en la Unión Europea. Este fenómeno se atribuye menos a una producción excepcional de graduados universitarios y más a la carencia de trabajos cualificados en el mercado laboral.

España también se rezaga en la dimensión de “emancipación” en comparación con otros países europeos, con un índice de 0.118 en una escala del 0 al 1. Los datos muestran una disminución significativa en la propiedad de viviendas entre los jóvenes españoles, pasando del 57% al 33% en quince años. Además, el número de jóvenes entre 25 y 35 años que siguen viviendo con sus padres supera a la mayoría de Europa Occidental. A pesar del aumento en los precios de alquiler en las áreas urbanas, los salarios no han experimentado una mejora proporcional.

El legado de los desafíos generacionales

El desempleo y la vivienda emergen como problemas persistentes en España, con un impacto desproporcionado en los jóvenes. La asimetría entre las regiones es palpable, donde Madrid y el País Vasco se mantienen en la media europea en áreas como educación, vida y tecnología. Sin embargo, la baja empleabilidad y el desempeño deficiente en emancipación erosionan su posición. Este índice subraya dos áreas críticas en las que España enfrenta desafíos significativos.

La persistente brecha generacional en España queda en evidencia en este análisis. Baleares, Canarias y Castilla-La Mancha se encuentran en la parte inferior de la clasificación, mientras que Madrid y el País Vasco se acercan a la media europea. A nivel continental, la pandemia ha influido en el retroceso de los indicadores juveniles en todos los países, lo que refleja problemas similares a los enfrentados por los jóvenes españoles, aunque en menor medida.

En palabras de los autores del informe, “el año 2020 estuvo marcado por una crisis global que generó un profundo desajuste en el mercado laboral, exacerbando la incertidumbre y la inseguridad de los jóvenes al planificar su futuro”. En lugar de atenuarse, la brecha generacional parece crecer, continuando como un factor central en el panorama social y económico de España.

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