El suplicio transitado
por el redentor y el vano,
¡el sin vivir!.
Tal es la subyugación
que aflora hasta la presión
la energía.
Desparramado el aliento
los actos se diluyen,
¡el escozor!
Todo a peor sin remedio
la culpa al empedrado.
¡La frustración!
Si la encaminas en acequia
tus ojos como ventanas,
¡observación!
Tu sangre dispuesta está
hasta óptima tu tensión,
¡evolución!
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