En una entrevista concedida a COPE y recogida por Europa Press, el ex dirigente socialista Tomás Gómez ha manifestado su preocupación por el futuro de España y ha instado al Partido Popular (PP) y al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) a alcanzar un pacto sobre “líneas de estabilidad institucional”. Gómez sugiere que, tras las elecciones generales, sea Alberto Núñez Feijóo, líder del PP y ganador de los comicios, quien asuma el gobierno con el objetivo de evitar que España dependa de Vox o de los partidos separatistas.
“Lo razonable y sensato”, según Gómez, es que los dos partidos mayoritarios del Congreso lleguen a un acuerdo tras las elecciones, en lugar de estar sujetos a las demandas de los extremos y minorías. El ex alcalde de Parla y líder del PSM enfatiza la necesidad de cerrar “cuatro o cinco líneas de estabilidad institucional y política”, destacando el deterioro de algunas instituciones durante la legislatura de Sánchez, como el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) o RTVE.
En cuanto a quién debería gobernar, Gómez defiende que el candidato del PP, Alberto Núñez Feijóo, sea el designado debido a su victoria electoral, siguiendo así la tradición política española antes de la llegada de Sánchez al poder. El ex dirigente socialista destaca que la mayoría de los votantes socialistas no desearían que la gobernabilidad de España dependiera de partidos como Vox o EH Bildu, que, en su opinión, “pugnan contra el Estado”.
Sin embargo, Gómez reconoce que este acuerdo no se ha materializado porque el presidente en funciones, Sánchez, tiene una visión del mapa político que difiere notablemente. El ex secretario general del PSM considera que Sánchez no lidera solo el PSOE, sino el bloque de investidura, gestionando los intereses de una amalgama de partidos populistas, independentistas y nacionalistas.
En este contexto, Gómez señala que el PSOE atraviesa una fase de “debilidad interna”, lo que facilita la posibilidad de una futura coalición debido a la falta de control interno. Según él, Sánchez ejerce un “liderazgo absolutista” ya que no cuenta con suficientes mecanismos internos de control, lo que deja a muchas voces discordantes sin una forma efectiva de expresarse.
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