Chile ha vuelto a rechazar este domingo la propuesta de una nueva Constitución, ratificando así la sancionada por el dictador Augusto Pinochet en 1980.
Con el 54,20% de los votos escrutados, la opción del rechazo se ha impuesto por 55,16 a 44,84% a la del “a favor”.
La propuesta de 2022 había sido motorizada por la izquierda en torno al presidente Gabriel Boric y fue rechazada por el 62% de los votantes. La de 2023, liderada por la derecha dura de José Antonio Kast, tampoco prosperó.
“Hay un cansancio constitucional”, sentenció el senador Javier Macaya, figura central de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI). “Chile no quiere cambios constitucionales, y tampoco refundaciones. Y hay algo muy relevante, se ratifica por segunda vez la Constitución vigente”.
El rechazo de la propuesta de la derecha dura marca el fin del proceso constituyente, que había sido impulsado por las protestas sociales de 2019. La izquierda ha sido derrotada en su anhelo histórico de cambiar la Constitución, que sigue siendo un símbolo de la dictadura de Pinochet.
El resultado del plebiscito es un golpe para el presidente Boric, que había apostado por la aprobación de la nueva Constitución como una de sus principales prioridades. El mandatario se enfrenta ahora a la tarea de gobernar con una Constitución que no representa sus valores ni su visión de país.
El futuro de la política chilena es incierto. La derecha, que ha salido fortalecida del plebiscito, podría tratar de aprovechar el descontento de la ciudadanía para avanzar en su agenda de reformas. La izquierda, por su parte, tendrá que replantearse su estrategia para lograr sus objetivos.
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