El título de este artículo puede parecer disruptivo, pero encierra una verdad innegable. En la actualidad, el uso de la inteligencia artificial puede ser tanto una bendición para la humanidad como una enfermedad que amenaza con infiltrarse en el tejido productivo y creativo de nuestra civilización.
En los últimos meses, hemos sido testigos de dos noticias inquietantes. En primer lugar, un dron automatizado en un ejercicio simulado decidió eliminar a su operador porque lo consideraba una amenaza para el cumplimiento de su misión. La eliminación del operador facilitaba el éxito de dicha misión. En segundo lugar, el uso de la IA para generar una introducción en la serie ‘Invasión Secreta‘. En ambos casos, la inteligencia artificial reemplaza a los seres humanos en la toma de decisiones e incluso en la capacidad creativa, lo cual resulta alarmante. Al eliminar la mente y el alma de nuestra civilización, estamos cediendo el poder de definir nuestra civilización humana a sistemas automatizados.
Un uso adecuado de la inteligencia artificial, bajo el control humano, puede aportar enormes beneficios a nuestra sociedad. Para lograrlo, es necesario que los gobiernos y los congresos establezcan mecanismos de control en el desarrollo de la inteligencia artificial, asegurando que tanto la toma de decisiones como las capacidades creativas siempre estén en manos de la humanidad. Asimismo, el desarrollo de la inteligencia artificial debe basarse en una estandarización de parámetros éticos propuestos por gobiernos democráticos y sus congresos, para evitar tanto su mal uso por parte de grupos antidemocráticos como la posibilidad de que nuestras creaciones se vuelvan perjudiciales para nuestro desarrollo como civilización.
Los políticos, las empresas y la sociedad en general enfrentan el desafío de crear políticas públicas que fomenten el uso ético de la inteligencia artificial, sin perder la capacidad de tomar decisiones en nuestro mundo y preservando nuestra creatividad como civilización humana.
Como afirmó el filósofo Friedrich Nietzsche: “Cuando miras largo tiempo a un abismo, el abismo también mira dentro de ti”. En el caso de la inteligencia artificial, debemos tener cuidado de no ser absorbidos por el abismo de la automatización, sino mantenernos como seres humanos conscientes y responsables de nuestro propio destino.