El poder de la empatía: “Las personas” frente a “las gentes” en el discurso político

En el vertiginoso escenario político de España, la elección de las palabras se convierte en una herramienta poderosa capaz de marcar la diferencia entre la aceptación y la resistencia, la empatía y la indiferencia. A lo largo de los años, hemos sido testigos de distintas fuerzas políticas que, a través de sus discursos, han buscado conectar con el ciudadano, pero ¿qué tan significativa puede ser la elección entre hablar de “las gentes” o “las personas”? ¿Cuál es el trasfondo de esta aparente sutileza lingüística? En este artículo, exploraremos cómo el lenguaje moldea nuestra percepción social y cómo la elección de “las personas” sobre “las gentes” puede impulsar un cambio significativo en el tejido político de nuestra sociedad.

Desde que Unidas Podemos emergió en la escena política, ha hecho uso constante de la expresión “las gentes”. La intención detrás de esta elección lingüística podría estar arraigada en la búsqueda de un lenguaje que resuene con la clase trabajadora, con aquellos que históricamente han sido marginados y olvidados por el sistema político tradicional. Sin embargo, este enfoque podría implicar cierto grado de objetivación, ya que al referirse a “las gentes”, se tiende a agrupar a las personas en una masa uniforme, perdiendo de vista sus individualidades y necesidades específicas.

Ciudadanos, desde su fundación, ha abrazado el enfoque de “las personas”. Esta elección lingüística ha sido coherente con su visión de un proyecto político que busca el entendimiento y la colaboración entre diferentes grupos sociales. Al hablar de “las personas”, Ciudadanos ha tratado de situarse en un punto intermedio que propicie el diálogo y la construcción de consensos, alejándose de una retórica más polarizante. Esta elección denota un giro hacia la empatía y la comprensión de la diversidad de realidades que conforman nuestra sociedad. Al referirse a “las personas”, se pone el énfasis en las singularidades, en las historias y en las demandas individuales de cada ser humano, reconociendo que cada uno merece ser escuchado y atendido de manera justa e igualitaria.

Pero, ¿por qué es tan importante hablar de “las personas” en lugar de “las gentes”? El uso del término “las gentes” puede llevar implícita la idea de una abstracción colectiva, un grupo homogéneo con intereses y necesidades idénticas. Esta simplificación puede ser cómoda para algunos discursos políticos, pero no se corresponde con la complejidad y diversidad de una sociedad moderna como la nuestra.

Cuando hablamos de “las personas”, estamos reconociendo que cada individuo tiene una historia única, que está moldeado por sus experiencias y su contexto particular. Esta mirada centrada en lo humano, en lo personal, nos acerca a una política más inclusiva y atenta a las necesidades reales de cada ciudadano. Al hablar de “las personas”, estamos recordando constantemente que detrás de cada decisión política hay vidas reales, emociones, sueños y aspiraciones.

Además, el uso de “las personas” en el discurso político puede ser una herramienta para combatir la cosificación y el desapego emocional que a menudo se percibe entre los líderes políticos y los ciudadanos. Es una invitación a acercarse a las personas, a escuchar sus inquietudes y necesidades, a empatizar con sus luchas y anhelos.

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