Se cumplen 5 años de ese golpe a la democracia perpetrado desde el Parlament de Catalunya. Lugar donde vemos cada día el deterioro de la institución y del separatismo. En la cámara autonómica vivimos por un lado, el golpe de Estado, la inhabilitación de presidente de la Generalitat de Quim Torra y recientemente, la suspensión del cargo de presidenta y de diputada a Laura Borràs, por sus ‘presuntos’ delitos de malversación y falsedad documental.
La historia se repite de nuevo. Hemos visto como recientemente, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, ha dejado muy claro, que su intención es recrear el referéndum de independencia, pero esta vez pactado con el Gobierno de España, aunque la pregunta es, si fue en esa mesa de diálogo celebrada casi al final del ciclo político en el mes de julio, cuando se pactó.
Quizás se pueda decir, que no soy el más indicado para hablar, porque no soy catalán o porque no viví en primera persona ese golpe a la democracia. Lo que sí se puede decir, es que el golpismo sectario no ha terminado, y un claro ejemplo es ese sistema lingüístico que ha preparado Cataluña, el no cumplimiento de la sentencia del TSJC sobre el 25% y la falta de libertad en Cataluña.
Ese 6 de septiembre, los constitucionalistas catalanes, vivieron pegados a las televisiones, al teléfono y a los medios de comunicación, pero lo que sí pudimos ver, es la fractura que el golpe de Estado sometió a toda una sociedad, la catalana.
Solo hay que ver la cantidad de personas cercanas a partidos independentistas, para darnos cuenta de lo que es realmente el separatismo. Como ejemplo, el recientemente altercado en el homenaje a las víctimas del terrorismo del 17A en las Ramblas de Barcelona, cuando un sectario escupió todo el odio contra España, incuso, rompiendo el minuto de silencio.
La historia se repite, porque además, recientemente, hemos podido conocer que la Generalitat, llamémoslo donó, dinero al Comité de Derechos Humanos de la ONU, coincidiendo con que días antes, salió a la luz la resolución del comité donde daba la razón al exvicepresidente Oriol Junqueras y varios exoconsejeros. Por si todo fuera poco, Junts -partido que lidera Laura Borràs-, va a proponer -según su portavoz-, una reforma exprés del reglamento del Parlament de Catalunya para que las resoluciones del Comité de la ONU, sean vinculantes, lo que crearía un conflicto de intereses a favor del independentismo y en contra de la Justicia.
Resulta de un tanto repugnante que el presidente de una comunidad autónoma, esté más pendiente de sus propios intereses o los de su partido, antes que el del conjunto de ciudadanos que habitan en ella, porque SÍ, Cataluña es una comunidad autónoma, ni es una nación, ni el conjunto de naciones de los ‘Països Catalans’, ‘Països Valencians’ y la ‘Catalunya del Nord’ (en referencia a Francia).
Que no se nos olvide, que Sánchez prometió en la campaña electoral de noviembre de 2019, que traería a Puigdemont -algo que ni ha ocurrido ni previsiblemente ocurra-. Pero si a todo eso, le unimos el indulto a los golpistas, a los organizadores del golpe de Estado de 2017 y que fracturaron una sociedad entera como es la catalana, es de vergüenza.
«España nos roba», «España asesina», «Estado opresor», quema de banderas, balas en imágenes del Rey y actos públicos con esos lazos sectarios. Son cosas que Sánchez permite, y que se unen al cese de Edmundo Bal como jefe de la Abogacía del Estado en la causa del ‘procès‘; el de la presidenta del Tribunal de Cuentas, Margarita Mariscal de Gante; el coronel Pérez de los Cobos; y recientemente, el de la directora del CNI, Paz Esteban; unos auténticos servidores públicos que luchan por nuestro país, pero que les molestan a estos sinvergüenzas.
Más grave aún me parece el insulto que Sánchez hizo a los Policías Nacionales y Guardias Civiles que fueron enviados por el Gobierno de Mariano Rajoy. Con el término de «piolines», los describió, aunque no hace referencia a todo lo que tienen que pasar, como los gravísimos insultos que hacen los profesores a sus hijos, cuando los llaman «salvajes».
Y por último, que nunca se nos olvide, que esos socios con los que pacta Sánchez, son terroristas condenados por sentencia firme (en cuyo partido hay un total de 27 condenados por estos hechos gravísimos) y separatistas que dieron un golpe de Estado (que espían a los niños en los patios de los colegios para ver en qué lengua hablan, que robaron datos de los catalanes en el referéndum ilegal y que insulta y agrede a los que no son como ellos).
Así que, para los españoles, Bildu serán siendo unos auténticos hijos de ETA y los golpistas unos auténticos populistas sectarios.