Ya es oficial. El anuncio oficial de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno en funciones y secretario general del PSOE, en el Comité Federal de su partido donde ha admitido su intención de dar una amnistía a Carles Puigdemont para poder obtener la investidura aún sin fecha, es un golpe bajo a la democracia española.
Sánchez ha demostrado que está dispuesto a todo para mantenerse en el poder, incluso a menospreciar a los españoles y a nuestro Estado de derecho. Su decisión de conceder una amnistía a Puigdemont, que está siendo perseguido por el Tribunal Supremo por un delito de sedición, es un claro ejemplo de su ambición personal.
Sánchez dijo que lo hacía “en el nombre de España”, pero no es así. Lo hace en el suyo propio, por su afán de conservar el poder. Tras decir reiteradamente años anteriores que no lo haría, igual que con los indultos, ahora ha cambiado de opinión para conseguir el apoyo de los independentistas catalanes en una investidura con la fecha aún en el aire.
En las últimas semanas, Sánchez ha evitado pronunciar la palabra “amnistía” mientras que sus muñidores terminaban el acuerdo con Puigdemont, una persona que dio un golpe de Estado en 2017 y que perdió la dignidad huyendo en el maletero de un coche. Puigdemont sigue siendo buscado por el Tribunal Supremo por sus delitos, pero Sánchez está dispuesto a dar carpetazo a su caso para poder seguir gobernando.
La amnistía a Puigdemont es un acto de impunidad que no solo va a enturbiar la convivencia en Cataluña, sino que también va a debilitar la democracia española. Es un paso atrás en la defensa del Estado de derecho y una señal de que Sánchez está dispuesto a todo para mantenerse en el poder.
La amnistía a Puigdemont tendrá consecuencias negativas para España. En primer lugar, va a alimentar el independentismo catalán, que se sentirá legitimado en su lucha por la separación de Cataluña de España. En segundo lugar, va a debilitar la confianza de los españoles en las instituciones democráticas, que verán que el poder puede perdonar cualquier delito. En tercer lugar, va a dificultar la convivencia en Cataluña, que ya está fracturada por el conflicto independentista.
La amnistía a Puigdemont es una decisión sin legitimidad. No cuenta con el apoyo de la mayoría de los españoles (por eso quedó en segundo lugar, detrás del PP), que se oponen a la concesión de una amnistía a un golpista.