Más de 50.000 menores en España se encuentras dentro del sistema de protección, casi 18.000 de ellos en Acogimiento Familiar.
Reyes Piñero, familia de acogida nos relata cómo fue para ella y para su marido, Juan Diego, vivir esta aventura, de la cual aprenden minuto a minuto.
Contamos también con el testimonio de una familia colaboradora, figura no contemplada dentro del Acogimiento en Extremadura, pero que cada vez tiene más peso en el país.
Pregunta: ¿Qué te llevó a querer participar en el programa de acogimiento familiar?
Respuesta: Nuestro deseo de participar en el programa fue puramente casual. Por aquel entonces estaba la guerra de Siria y se nos planteó la posibilidad de acoger algún menor.
Casualmente buscando información para ello, nos encontramos con el Acogimiento Familiar en Extremadura y no sabíamos de su existencia, opción que vimos más factible y más cercana. Nos pusimos en contacto con la ONG que lo llevaba en aquel momento y nos citaron para una reunión informativa. A partir de esa reunión empezó esta aventura.
P: ¿Tuviste claro desde el principio que la modalidad a elegir era acogimiento permanente?
R: Sí, al considerar que había más menores en esta situación y podríamos beneficiarle más, al ser casi imposible el retorno con su familia de origen. Ofreciéndole una estabilidad más duradera en el tiempo.
P: ¿Consideras suficiente la ayuda de la Administración en el proceso de acogida?
R: Considero que es una ayuda bastante escasa. Hasta hace unos meses recibíamos unos 165€ y como comprenderás, a eso no se le puede llamar ayuda.
En diciembre nos han pagado los atrasos de 2023 y han subido la cuota casi el doble, pero aún así seguimos a la cola de España.
La ayuda económica es deficiente y estoy segura que muchas familias, si fuese más alta, darían el paso, pero económicamente no se atreven.
Estos menores tienen muchas carencias psicológicas, educativas, emocionales… y todas esas consultas profesionales, corren por nuestra cuenta, ya que la Administración en ese sentido nos da la espalda.
P: ¿Qué cambiarías?
R: En primer lugar, la atención recibida por la Administración. La ayuda emocional a los menores es nula. Me gustaría que se crease un equipo con profesionales especializados en este ámbito con el fin de poder ayudarles y orientar a las familias.
Y, en segundo lugar, la inclusión de estos menores, que en su día se habló, como alumnado con necesidades educativas, ya que su pasado pesa más que su presente.
A día de hoy todos son promesas, pero pocas son cumplidas.
P: Si dieras marcha atrás, ¿volverías a iniciar el proceso?
R: Sin dudarlo. No es fácil el día a día con un menor que trae una mochila bastante grande, ya que acrecienta un poco más la dificultad de educarlos y guiarlos. Pero los logros que consigues se celebran el doble.
Todos los niños tienen derecho a tener una familia, no es justo que pasen su vida en un Centro, por muy bien cuidados que estén. (se emociona)
Necesitan el cariño y el calor de una familia, el sentimiento de pertenencia a ellas.
P: ¿Qué consejo le darías a una familia que quiera iniciar el proceso?
R: Mi consejo para cualquier familia que esté dispuesta a acoger o se lo esté planteando sería ilusión por este nuevo proyecto y mucha paciencia, es un proceso bastante largo. Actualmente creo que hay que esperar bastante tiempo hasta que hay un menor acogible, con las características que has solicitado en el ofrecimiento.
Una vez incorporado al hogar familiar, hay que respetar los procesos del menor, que no son fáciles. Unas veces serán más lentos y otras veces más rápidos, pero sobre todo hay que tener paciencia y entender su situación.
Mi recomendación es pedir siempre ayuda a los técnicos, en nuestro caso, con nuestro hijo de acogida, Mensajeros de la Paz nos ayudó resolviendo dudas y dándonos herramientas.
Estos menores necesitan que alguien apueste por ellos y les hagan felices.

Contamos también con el testimonio de una familia colaboradora, ella en este caso ha preferido guardar su anonimato.
M.M.C. comenzó su aventura hace relativamente poco tiempo, pero ha sido el necesario para darse cuenta del bien que hace a cada menor que pasa por su vida.
Pregunta: ¿Fue un camino fácil?
Respuesta: Difícil no es, pero deberían acortar más los plazos. Mi caso tardó más de siete meses en resolverse, cuando en realidad, los pasos son mucho más sencillos que en un acogimiento o adopción.
P: ¿Qué hizo decantarte por esa opción?
R: Creo que es la mejor manera de ofrecer una alternativa a la institucionalización y el conocer a más personas que también son familias colaboradoras. A toro pasado, pienso que debería haberlo solicitado antes.
P: ¿Qué cambiarías?
R: Sinceramente, muchas cosas, pero lo que mas, que no se de la opción de crear vínculos de apego con los menores, dado que en cada salida es uno distinto. Creo que no es perjudicial que el menor tenga un adulto de referencia fuera del Centro, con el que poder desahogarse y divertirse. En la provincia de Badajoz conozco casos que lo hacen así y está demostrado que el menor tiene un apego más sano y a la hora de una reintegración familiar o un acogimiento su adaptación es más rápida.
P: Si dieras marcha atrás, ¿volverías a iniciar el proceso?
R: Sin dudarlo. El hecho de conocer a los menores que comparten esos días conmigo, hace que el camino sea más fácil. Pero, sobre todo, ver su cara de alegría, por tener durante unas horas una familia dedicada para él.
P: ¿Consideras suficiente la ayuda la administración?
R: Falta muchísima información y visibilización del programa. Está tan oculto en la Administración, que la mayoría de los extremeños no saben ni que existe.
Antes de acabar, me gustaría darte las gracias por el trabajo de visibilización que realizas en cada artículo, con el fin de poder ayudar a estos menores a encontrar una familia.