Los extremeños votaron por el cambio. Y los resultados así lo reflejaron, aunque para algunos era más una alternancia de sillones que de políticas. Con 5 diputados, y apenas un 8% del voto, se propusieron hacerle la investidura imposible a la que fue la fuerza que aglutinó más votos en contra de las políticas de Guillermo Fernández Vara.
Vox y Ángel Pelayo han hecho de una investidura con mayoría a favor del cambio, un martirio para sus votantes, y los extremeños. Pidieron sillones, y sueldos. No les importó la diferencia de 13 diputados, más de 100.00 votos respecto al Partido Popular, ni tampoco el interés general de los extremeños, Y todo este circo, dirigido desde Madrid por Buxadé y Santiago Abascal.
A Guardiola no le ha temblado el pulso contra Vox en ciertas partes de la negociación. De hecho, aceptó algunas como la derogación de la Ley de Memoria Histórica y puesta en escena del pin parental en la educación. No obstante, las actitudes y declaraciones de los de Abascal estas últimas semanas han dejado que pensar, que si eso era lo mejor para Extremadura estaban equivocados. Porque el Partido Popular, como propulsor del mayor pacto de Estado contra la Violencia de Género, y garante de los Derechos Humanos, no debe ceder un milímetro contra partidos, que en sus listas mantienen a personas que niegan la violencia machista.
Es por ello, que gobernar no ha de ser una acción de confrontación, sino de cooperación entre políticos, y ciudadanos que pese a sus distancias más o menos ideológicas premian el interés de Extremadura por encima del partidista. Y en eso está María Guardiola, que ha premiado el interés general de los extremeños. Votantes y no votantes del Partido Popular para hacer un acuerdo de gobernabilidad basado en el desarrollo, promoción y avance de la región.
A día de hoy, con los problemas de éxodo rural, aumento de paro, falta de oportunidades, Extremadura no está para hablar de batalla cultural. Y es que, quien no entienda eso, después de supuestamente escuchar a sus ciudadanos, no está capacitado para gobernar Extremadura, ni España.
Por lo que, María quiere hacer lo que otros no pretenden hacer. Construir una Extremadura entre todos. Dejando atrás, de momento, cuestiones ideológicas. Y sin parecerse a Guillermo Vara buscar la convivencia, y el crecimiento de una Extremadura que ha sido pisoteada por el PSOE durante cuatro décadas, y que ha recibido discriminación e insultos del separatismo catalán y vasco.
No nombraron su nombre durante la campaña, y aquella señora rubia de Extremadura les ganó las elecciones. A otros, como a Vara, estuvo a punto de hacerlo. Y no les cabrá duda que lo hará en caso de repetición electoral. Solo hace falta aglutinar el voto en el partido que mayor número de veces ha dado la vuelta a la economía nacional, y en una candidata que lleva a su región en vena y no cederá ante los acomplejados que abandonan, y tratan como cortijo suyo fuera, Extremadura.
Vox pagará sus errores en las urnas si comete más estropicios como los de ayer. La política es para adultos, y no para comportamientos infantiles y egocéntricos. Igual que Andalucía, estaros por seguros que Extremadura dejará de ser feudo socialista.
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