El Gobierno de Pedro Sánchez y Podemos nos ha sorprendido con el anuncio de una subida del 8,5% de las pensiones para el próximo año. Es una subida que ha de servirles para preparar el terreno para las próximas citas electorales que están por venir. Resulta cuanto menos indignante que este ejecutivo dilapide dinero público y lastre, aún más si cabe, la ya sobre endeudada economía española a costa del futuro de los jóvenes.
A priori, cualquier persona podría celebrar que le suban la pensión a su abuela o que su padre vaya a tener una mejor jubilación; sin embargo, no podemos olvidar que nada es gratis y en esta ocasión, pagamos los jóvenes. De los 25.000M€ anunciados para gasto social, más de 19.000M se van a destinar a pagar pensiones, es decir, 3/4 partes de esta partida presupuestaria. Resulta curioso comprobar como más de 12.000M€ corresponden a esta subida del 8,5%, y es que según un estudio reciente del Center for Economic Policy de ESADE, el 30% de los pensionistas con menos ingresos recibirán un 13% de los 12.000M€ de revalorización mientras el 10% de pensionistas con los ingresos más altos recibirán el 21% del total. Una política que, además de enterrarnos en una deuda inasumible para las futuras generaciones, es totalmente regresiva, ya que aumenta la desigualdad que el propio gobierno dice siempre que quiere combatir.
Esta jugarreta electoralista agrede directamente los principios de justicia intergeneracional. Es por ello que no debemos olvidar que la solidaridad, no sólo la conocida como la intergeneracional, siempre va de un sitio hacia otro. De los jóvenes, a los mayores. Del sector privado hacia el sector público. Del empresario a la Administración. Es decir, siempre pagan los mismos.
En España tenemos uno de los sistemas de pensiones más generosos de la Unión Europea, siendo nuestro país uno de los lugares con mayor tasa de conversión del salario en pensión. Asimismo, no podemos olvidar que el sistema actual se creó hace casi un siglo. La demografía era buena, la natalidad era alta y la productividad crecía a buen ritmo haciendo subir los sueldos. Quienes se jubilaban habían ganado menos que los que trabajaban y eran menos en número. Hoy en día, la demografía está hundida, con una pirámide poblacional preocupante y una productividad que lleva décadas estancada y que, por lo tanto, no ha permitido subir los sueldos; haciendo que quienes se jubilen lo hagan con pensiones mayores que los sueldos referencia que las financian.
Por otro lado, el escenario ideal sería que todos pudiéramos ganar suficiente para poder ahorrar y no tener dependencia de la pensión del Estado; sin embargo, hasta que eso llegue, no podemos desamparar a los ciudadanos.
La otra cara de esta subida es la del incremento de impuestos que sufrirán particularmente las clases medias y trabajadoras. El Gobierno ha subido ya las cotizaciones de todos los trabajadores, incrementando el tope en casi un 9%, afectando a la posibilidad de contratación de los más jóvenes, y habiendo modificado, además, las cotizaciones de los autónomos para recaudar más y más.
Este gasto desmesurado, -en 2023 la mitad del presupuesto servirá para pagar pensiones y los intereses de la deuda-, no beneficia al progreso y a la mejora de la situación de los jóvenes, que no queremos que nos regalen nada, pero tampoco que nos lo pongan más difícil de lo que lo tenemos. Estas políticas están perjudicando nuestro desarrollo atacando directamente uno de los pilares fundamentales para que cualquier persona pueda progresar: La educación. España es, de las cuatro grandes economías de la zona euro, la que menos invierte. Mientras vamos a gastarnos el 12,7% en pensiones, tan solo vamos a invertir, que no gastar, un 0,75% en el sistema educativo secundario o un mísero 0,94% en el sistema universitario. La solidaridad intergeneracional siempre inclinándose hacia el mismo lado.
Es lamentable ver cómo tanto PSOE como PP solo miran a cuatro años vista para poder meterse en el bolsillo el voto de los pensionistas que podría determinar su continuidad en el poder en lugar de apostar por el futuro de la nación. Llevan décadas hipotecándonos, con una deuda pública que supera con creces todo lo que producimos en un año. Tenemos el paro juvenil más alto de la Unión Europa y quien logran tener un empleo, es para pagar impuestos y facturas. Mientras las pensiones han subido un 40% desde 2008 (el doble que en Francia), los sueldos apenas han aumentado un 8% en España, mientras que en Alemania lo han hecho cuatro veces más, un 35%.
Los jóvenes somos el presente de España, por eso debemos alzar la voz y tomar la palabra. Para que el bipartidismo más rancio y el populismo más oscuro no acaben empujándonos a buscar un futuro mejor fuera de nuestras fronteras. No queremos convertir España en nuestro lugar de veraneo. Queremos estudiar, trabajar y desarrollarnos como profesionales en nuestro país y crecer, aportar y contribuir, pero para ello, necesitamos un pacto de rentas intergeneracional, sostenible y progresivo.