“No me da la vida” es la frase más escuchada entre madres o mujeres trabajadoras de mi entorno. Cuántas etiquetas deben sopesar en sus hombros las mujeres de hoy en día. Mujer trabajadora, mujer líder, empática, que trabaje en equipo, madre, cariñosa, afectuosa, que participe en las actividades del colegio, sin descuidar su trabajo, ni su carrera profesional. ¿Es posible no frenar la trayectoria profesional de una mujer, cuando decide ser madre? ¿Es posible no sentir culpa cuando estás cuidando de los tuyos, pero cedes tiempo al trabajo?
Se puede… sí. Pero no sin recursos. No sin un contexto en el que dejemos claro que conciliación NO es reducir jornadas laborales para cuidar, porque eso nos reduce nuestra capacidad económica y por tanto somos menos capaces de afrontar nuestra vida y la de nuestros hijos. No sin un contexto en el que dejemos claro que conciliación tampoco es trabajar 40h en un horario fijo y que a nuestros hijos les cuiden los abuelos (que en algunos casos aún trabajan), pero sí lo sería un mercado laboral que promueva flexibilidad de horarios para padres y madres, que les permita organizarse en casa mientras cumplan sus objetivos laborales. Es hora de sacudir la concepción que tenemos de lo que es la conciliación y de lo que es ser “un buen trabajador”, y eso sólo es posible con medidas valientes centradas en lo económico, en el fomento de la natalidad basado en legislar políticas que fomenten la corresponsabilidad entre hombres y mujeres y en la igualdad de oportunidades.
Las políticas públicas no deben condenarnos a los eternos equilibrios y malabares de horarios para “llegar a todo”, si no que deben ponernos en el centro y procurar legislar para el ciudadano medio, para ti que me lees, para mí, para que ser joven y formar una familia no parezcan conceptos enfrentados e irreconciliables. Y a las mujeres y mamás que me lean… El gran reto que tenemos como sociedad radica, desde mi humilde punto de vista, en saber que mientras intentamos compaginar las diferentes áreas de nuestra vida (familiares y laborales), cuidarnos también es una de nuestras responsabilidades (una más) pero que no puede quedar en último lugar (también aplica a los chicos, no os preocupéis). La vida tiene que “dar”, pero no podemos hacerlo solos, ni tiene que costar tanto, y yo quiero personas en política que lo entiendan y lo prioricen en sus propuestas. Yo, por lo menos, lo voy a hacer sin lugar a dudas.
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