En la vida y en la política hay temas que obviamos, y no porque no sean importantes, sino porque nos da miedo hablar de ellos. Nos da respeto romper con lo establecido como “lo políticamente correcto”.
Pues voy a abrir el melón, porque si no lo hace alguien, los populismos lo acabarán abriendo y al final será peor. Y sí, hay que decirlo claro: hay un problema de integración. Y aquí hay fallos que van desde los propios migrantes hasta los gobiernos, pasando por la propia gente. Pero sí, hay un problema que, si no se actúa, nos acabará llevando al caos, como está ocurriendo en Francia.
Hay muchas cosas que analizar aquí y puede que pocas líneas para abordarlo todo, pero empezaré a “cargarme” con lo “políticamente correcto”, término muy usado, sobre todo en las izquierdas. Siempre recuerdo que milité en la izquierda cuando era más joven y sabía menos del mundo real. Pero aprendí mucho, sobre todo con el tiempo, puedo analizar cómo eran. Y son cabezotas. Y aquí viene el primer error: taparse los ojos, no querer ver, decir que todo va bien y vivir en el mundo imaginario de Lenin. Y eso es un problema, porque esto es tratar al ciudadano de imbécil.
Y aquí os contaré mi experiencia viviendo en un barrio en el que había un centro de Menores No Acompañados: un atraco a mi persona, entraron a robar en mi edificio y muchos conocidos que habían tenido problemas. Además, la mayoría de ellos no iban a la escuela, muchos preguntando por droga o drogados, no estaban controlados y cada noche se escuchaba el coche patrulla arriba y abajo. Y los vecinos contaban cómo habían escuchado a “un moro que gritaba mientras lo detenían”. Esto es algo que he visto con mis propios ojos. El problema es que si lo mencionas, viene una parte de la izquierda y te llama racista.
Y claro, al final los vecinos de mi barrio ven con sus ojos un problema y luego viene el de izquierdas de turno y les dice racista y que están manipulados por los medios. Pues no, es la realidad. Y aquí en Polonia me di cuenta. Vivo en un país donde casi no hay Menores No Acompañados y me siento seguro. Puede que esté equivocado y sea instintivo. Pero cuando vivía en ese barrio de Tarragona, después de todo lo que estaba viendo y ver la impunidad que tenían, me daba mucho miedo pasar por ciertas calles. Además, si me venían, no soy fuerte, no podía hacer mucho. Pero claro, si cuento lo que vi y lo que siento, muchos dirán que el culpable soy yo y no el que roba, y que soy un racista.
Y destacar esto: la impunidad que tenían. Eran menores, los detenían un rato y tenían que dejarlos ir. Desde mi punto de vista, en este punto sí que hay un problema de integración, pero también hay uno de seguridad. Los gobiernos deberían ser mucho más contundentes con aquellos que delinquen. Porque si no, ellos
ven que son inmunes y al final complican la vida a las personas que trabajamos, a los que nos buscamos la vida, al abuelo que trabajó 50 años o al joven que está estudiando y que podría ser mi hermano de 14 años. Justificar al agresor ante la víctima es lo que hace gran parte de la izquierda y es lamentable. Pero claro, si dices esto, te dicen “racista”.
Aunque tampoco me gusta que se generalice, ya que algunos SÍ se integran o básicamente SÍ trabajan y sí se buscan la vida. Nunca hay que generalizar y esto es también un error. Esto no va de vecinos contra Menores No Acompañados o migrantes, se trata de inseguridad contra seguridad. Se trata de que no sea peligroso caminar por ciertas calles o barrios. Se trata de que los propios árabes que tienen una tienda no sean robados por alguien. Y sí, en mi tiempo en Tarragona vi cómo un latino que trabajaba en una tienda unas 10 horas al día tenía que hacer guardia, porque si no, venía un Menor No Acompañado y cogía algo. Esto me lo contó el propio encargado de la tienda. Pero eh, si lo dices, te llaman racista a ti y al dueño de la tienda. Y sí, hay gente en la izquierda que es capaz de justificar que le roben a un hombre que lleva 10 horas trabajando.
Y ya sé que muchos ya se están preparando para llamarme racista por decir estas cosas que he visto. Pero os lo digo: bienvenidos al mundo real. Bienvenidos al mundo donde importa la sensación y los sentimientos de la gente, y no la teoría abstracta que muchas veces es solo populismo y miedo al mundo real. Y uno de los grandes problemas de la izquierda es que no acepta este mundo real.
Abrir las fronteras es muy bonito en teoría, pero en la práctica, si no se gestiona bien, todo se desmadra, porque muchas veces los propios que vienen no quieren adaptarse o quieren seguir manteniendo tradiciones que muchas veces son muy perjudiciales para las mujeres o las personas del colectivo LGTBI (que es curioso, nos alarmamos con países de la UE que son menos abiertos en este aspecto, pero luego con los países árabes todos calladitos).
Y sí, tampoco podemos abrir las fronteras sin control si después el estado no tiene la capacidad de gestionar a muchos migrantes. Y eso es otro problema. Hay muchas personas en España que quieren acoger a todos, pero no se dan cuenta de que los centros están colapsados y que los encargados de gestionar todo esto no tienen capacidad. ¿Es que no nos damos cuenta? ¿O nos vendamos los ojos porque no queremos ser tachados de “extrema derecha”? ¿Tenéis más miedo a la etiqueta que os pongan en vez de reconocer los problemas que existen para poder solucionarlos?
Y precisamente porque no hay que generalizar, hay que buscar la forma de enviar a Marruecos o a donde sea a aquel que delinque. Si vienes a Europa y Europa te da la oportunidad de vivir en un lugar decente, tienes que aprovechar esta oportunidad que otros no tienen. Si la desaprovechas, est
ás fuera. Así podremos gestionar mejor a aquellos que realmente quieren integrarse y a aquellos que quieren avanzar. Tener empatía es ayudar a quien se lo merece y no a quien roba a jóvenes o abuelos mientras se droga.
Además, así también nos ahorraríamos el hecho de que Marruecos utilice a los migrantes para presionar a España. Cada vez que quieran presionarnos aprovechándose de las personas, si nos quedamos con aquellos que realmente desean una vida digna y devolvemos a los parásitos, seguro que se lo pensarán dos veces antes de usar esta estrategia.
Y para terminar, os puedo decir que en la vida y en la política no se avanza con el “pobrecito” o con el mundo de yupi que te llevan los porros (esto es más de la CUP). Se avanza con pragmatismo y no con emociones, se gana escuchando a la gente y no imponiéndole un discurso que no encaja con su día a día, y se progresa sin miedo al “quedar bien” que hay en España.