El pasado domingo, el mundo se conmocionó al conocer la noticia de que el sumergible Titán, que realizaba una misión científica en el océano Atlántico, había sufrido una implosión que le había hecho desaparecer de los radares. Los cinco pasajeros a bordo, dos científicos y tres tripulantes, habrían muerto en el acto, según los expertos.
El Titán era un sumergible de última generación, capaz de descender hasta 6.000 metros de profundidad y equipado con avanzados sistemas de navegación, comunicación y exploración. Su objetivo era estudiar los fondos marinos y recoger muestras de vida y minerales. Había partido desde el puerto de Lisboa el 15 de junio y tenía previsto regresar el 22.
Sin embargo, algo salió mal cuando el Titán se encontraba a unos 4.000 metros de profundidad, cerca de las islas Azores. A las 10:23 horas (hora local), el centro de control recibió una señal de emergencia del sumergible, seguida de un breve mensaje: “Problema grave. Presión crítica. Intentando ascender”. Fue la última comunicación que se tuvo con el Titán.
¿Qué pudo pasar en el Titán? Las hipótesis
Desde entonces, se inició una intensa búsqueda para localizar los restos del sumergible y averiguar las causas del accidente. Varias embarcaciones y aviones participaron en el operativo, así como un robot submarino enviado por la Marina estadounidense.
El jueves 22 de junio, el robot encontró la ojiva frontal del Titán a unos 6.000 metros de profundidad. El resto del casco estaba destrozado y disperso por el lecho marino. Los cuerpos de los pasajeros no fueron hallados.
Según los expertos, la implosión pudo deberse a varias causas posibles:
- Un fallo estructural del casco, provocado por algún defecto de fabricación o por algún golpe o rozadura con algún objeto o roca submarina.
- Una fuga o explosión interna de algún sistema hidráulico, eléctrico o de combustible, que generara una sobrepresión dentro del sumergible y lo hiciera estallar.
- Una colisión con algún otro vehículo o animal submarino, como un submarino militar o una ballena, que dañara el casco y lo hiciera vulnerable a la presión externa.
- Una interferencia electromagnética o una anomalía geológica, como un campo magnético o una erupción volcánica submarina, que afectara al funcionamiento del sumergible y lo desorientara o lo hiciera perder el control.
Cualquiera de estas hipótesis implicaría que el Titán superara su límite de resistencia a la presión, que se estima en unos 5.000 metros de profundidad. Al sobrepasarlo, el casco se habría comprimido hasta colapsar y liberar una gran cantidad de energía.
La implosión habría sido tan rápida y violenta que los pasajeros habrían muerto en dos centésimas de segundo, sin tiempo para reaccionar o sufrir. La onda expansiva habría sido captada por los sensores sísmicos y acústicos instalados en la zona.
La tragedia del Titán ha conmocionado al mundo científico y ha puesto en cuestión la seguridad de los sumergibles. También ha generado una gran solidaridad con las familias y amigos de las víctimas, que han recibido numerosas muestras de apoyo y condolencias.
La recreación de la implosión
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