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¿Cómo deberíamos tratar a Marruecos en las relaciones internacionales?

EDUARDO RICO POLOGONZALO RUBIObyEDUARDO RICO POLOandGONZALO RUBIO
20 de diciembre de 2022 - 17:30
en INTERNACIONAL
¿Cómo deberíamos tratar a Marruecos en las relaciones internacionales?
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El 16 de Octubre nuestro ministro de Exteriores, José Manuel Albares, concede una entrevista a un famoso Youtuber, Borja (del canal “Memorias de Pez”). En el mismo, se hacen declaraciones que nos dejan pasmados, boquiabiertos y avergonzados. ¿Por qué decimos esto? Vamos a ello:

Era nuestra intención hacer el siguiente análisis sobre el país que, a día de hoy, más nos quita el sueño: Marruecos. Un país que considera a España “amiga” cuando conviene, pero al que no duda en chantajear y presionar para obtener sus pretensiones geopolíticas entorno al concepto de el “Gran Marruecos”, llegando incluso a utilizar a los migrantes como instrumentos de guerra híbrida. Las escenas vividas en Ceuta y Melilla en 2021 todavía producen sentimientos de rechazo en nuestro país. Pero ¿tiene Marruecos claro lo que quiere de España? No lo duden, sí.

Así pues, permitan que les ofrezcamos nuestro análisis sobre Marruecos, mientras analizamos las palabra de nuestro ministro y que muestran la estrategia errática e inconsciente de nuestro actual Gobierno.

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1- “Las relaciones de cooperación, en un mundo globalizado, son siempre más beneficiosas e inteligentes”.

Aquí tenemos el llamado problema de las respuestas tipo test: SIEMPRE o NUNCA, no son una respuesta válida. Lo realmente inteligente es adaptarse a las situaciones, y dar la respuesta adecuada a cada una de ellas. Y más aún, cuando hablamos de relaciones con estados que no reconocen tu soberanía (como Marruecos con Ceuta y Melilla, o las aguas canarias) o que, directamente, no te respetan como a un igual.

La cooperación no tiene por qué ser beneficiosa, e incluso puede ser perjudicial si la persona con la que dices cooperar utiliza tu confianza para hacerte daño.
Un ejemplo, entre otros muchos, es la firma de Ucrania del Memorándum de Budapest sobre Garantías de Seguridad, cediendo a Rusia el tercer mayor arsenal nuclear del mundo. A día de hoy, seguro que los ucranianos son muy capaces de hablarnos sobre los “beneficios” de buscar siempre la cooperación con tus vecinos (nótese nuestra ironía).

2- “Queremos tener las mismas relaciones con todos nuestros vecinos, basadas en la amistad”.

Aquí el “buenismo” de nuestro ministro se hace difícil de diferir. Queremos imaginarnos que, si tuviera dos hijos, y uno se porta bien y el otro mal, no castigará a los dos por igual.

Aspirar a tener las “mismas relaciones”, con países completamente distintos, es como mínimo naíf. Dudo que cualquiera de ustedes se lleve exactamente igual de bien o mal con todos sus vecinos o sus compañeros de trabajo, por poner dos ejemplos.

Llegados a este punto, sería bueno analizar los tipos de relaciones que pueden existir con países con quienes se mantiene una actitud de cooperación. Nosotros los hemos dividido en 3: Amigos, Aliados y Socios:

  • Amigo. Aquí tenemos a países con quienes tanto históricamente como recientemente se ha colaborado, de forma altruista o no, para conseguir objetivos comunes, o para mejoras mutuas. El mejor ejemplo para España es Portugal. Siempre que ha habido desastres naturales, nos hemos prestado ayuda sin pensarlo, y hemos avanzado en proyectos comunes tanto de forma independiente (como proyectos de conexiones por tren) tanto defendiendo proyectos comunes frente a terceros (como el desarrollo de la excepción ibérica al gas, que hemos defendido ante la UE).
  • Aliado. En esta categoría están los países con los que existe algún tipo de tratado de defensa mutua. El mejor ejemplo, para nosotros, es EEUU. Un país que claramente tiene su propia agenda, diferente a la nuestra, pero con quien compartimos (mayormente) modelo de sociedad, y con quien tenemos pactos militares (OTAN, bases aéreas y navales, operaciones exteriores,…).
  • Socio. Ni son amigos, ni son aliados, pero mantenemos relaciones comerciales o diplomáticas que nos benefician mutuamente. En esta categoría, el ejemplo es, precisamente, Marruecos. Tenemos una gran relación comercial con ellos, pero sus intereses estratégicos pasan por debilitarnos.

Una vez visto esto, la pregunta es simple: ¿es inteligente tratar de buscar una relación de amistad sincera con Marruecos? No, amigos, no solo no lo es, sino que es un suicidio a largo plazo. Algo así, como el caso Ucraniano-Ruso.

Entonces, ¿cómo deberíamos tratar a Marruecos en las relaciones internacionales?

Pues simplemente teniendo una relación de respeto (no amistad) mutuo, pero manteniendo una posición de fuerza frente a ellos en los asuntos que choquemos.

Hemos visto que Marruecos quiere lanzar su proyecto político a costa nuestra. Avasallándonos sin miramientos. No lo debemos consentir. Sin caer en el nacionalismo (el peor error que podemos cometer) debemos asegurar nuestra supervivencia e integridad. No podemos permitir que un tercero nos chantajee, o nos imponga su voluntad.

Adolfo Suárez lo entendió muy bien, un 27 de enero de 1978, ante un agresivo Hassan II (Rey de Marruecos) que le amenazó con atacar Ceuta y Melilla. Respondió que, al minuto, España estaría bombardeando Casablanca y Rabat. Esa firmeza impresionó tanto al monarca marroquí que, al día siguiente, Hassan, ante Juan Carlos I (por entonces, Rey de España) lo elogió, y llegó a decir que ojalá Marruecos tuviera un primer ministro como él.

Y esta, señoras y señores, es la actitud que defendemos que tenemos que tener ante Marruecos. De la mano del padre de nuestra democracia, el nada nacionalista Adolfo Suárez, y en un intento de asegurar la paz para nuestro pueblo, debemos de mantener una posición de respeto, si, pero también fuerza frente a Marruecos. Pues, no tengan ninguna duda, el día que nos mostremos débiles, lo aprovecharán. Ya han dado señales de ello.

3- “Mantenemos una relación de no injerencia sobre Marruecos”.

Nuevamente, craso error. Marruecos se ha caracterizado por su brutal injerencia sobre los asuntos de España. Desde sospechas de promover revueltas (que no terrorismo) islámicas en suelo español, especialmente en Cataluña, hasta comunicados del CNI destapando tramas de espionaje en el consulado en Madrid, incluyendo una conspiración para hacerse con datos de los miembros del Gobierno, presidente incluido, que han sido denunciados por la propia Unión Europea. Está claro que en la hoja de ruta de Marruecos no está la “no injerencia” sobre España. Y esto debe ser respondido, por parte de España, en igual forma: tejiendo una red sobre Marruecos, que nos permita, en una situación de ataque, defendernos ejerciendo nuestra influencia sobre ellos.

No debemos olvidar que una de las claves a la hora de que Alemania perdiera las dos guerras mundiales, fue la superioridad de la inteligencia británica/USA sobre ellos, vital a la hora de anticiparse a los planes rivales.

Conclusiones:

Marruecos no es un país amigo, aunque nuestro ministro diga lo contrario. Ni quiere serlo. Por lo tanto, tratarlo como tal nos deja siempre en una situación de inferioridad, chantaje y aceptación de intereses marroquíes por encima de los nuestros. Esa situación debe terminar. No con nacionalismo español, del que ya nos hemos mostrado en contra, sino con un compromiso consensuado por los partidos políticos que permita actuar a nuestra inteligencia y diplomacia a la altura de las circunstancias, para poder adaptarse y responder a los movimientos e injerencias externos.

Sin embargo, debe de ser tratado con respeto, puesto que es un gran socio comercial en la actualidad. Y España mantiene muchos intereses en Marruecos.

Tags: INTERNACIONALMARRUECOS
EDUARDO RICO POLO

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