La cárcel dominada por pandillas en El Salvador: un estado paralelo en crisis

En la República de El Salvador, uno de los países más pequeños de Centroamérica, existe una gigantesca cárcel que alberga a miles de presos, la cual se encuentra dominada por las pandillas que aterrorizan al país desde hace décadas. Se trata de la Penitenciaría de Izalco, un complejo carcelario ubicado en el departamento de Sonsonate, que cuenta con una capacidad de más de 3.000 presos y que actualmente alberga a cerca de 4.500 reclusos.

La Penitenciaría de Izalco se ha convertido en un verdadero “estado paralelo”, en el que las pandillas tienen el control absoluto y donde se cometen todo tipo de delitos, desde extorsiones y asesinatos hasta la fabricación y tráfico de drogas. Según las autoridades, la cárcel es un verdadero “campamento de entrenamiento” para las pandillas, que allí reclutan y adoctrinan a nuevos miembros, y desde donde planifican y coordinan sus acciones criminales en el exterior.

A pesar de que la cárcel cuenta con la presencia de agentes de seguridad y de un director nombrado por el Gobierno, el control efectivo del penal está en manos de las pandillas, que cuentan con armas y dispositivos de comunicación ilegales. Las autoridades han intentado en varias ocasiones retomar el control del penal, pero han fracasado en sus intentos debido a la resistencia de las pandillas y a la falta de recursos y capacitación del personal penitenciario.

La situación en la Penitenciaría de Izalco es un reflejo de la grave crisis de seguridad que vive El Salvador, que se encuentra inmerso en una lucha constante contra las pandillas, especialmente contra las dos principales organizaciones criminales, la Mara Salvatrucha y el Barrio 18. Según las estadísticas oficiales, el país registra una de las tasas de homicidios más altas del mundo, con una media de 50 muertes violentas por cada 100.000 habitantes.

Ante esta situación, las autoridades salvadoreñas han adoptado medidas drásticas en materia de seguridad, como la creación de fuerzas especiales de intervención y la aprobación de leyes que permiten el uso de la fuerza letal en la lucha contra las pandillas. Sin embargo, estas medidas han sido criticadas por organismos de derechos humanos, que denuncian la violación de los derechos de los presos y la falta de una política integral de prevención y rehabilitación de los jóvenes que son reclutados por las pandillas.

En resumen, la Penitenciaría de Izalco en El Salvador es un complejo carcelario gigantesco que se encuentra dominado por las pandillas, lo que la convierte en un verdadero “estado paralelo” en el que se cometen todo tipo de delitos. La situación en la cárcel es un reflejo de la grave crisis de seguridad que vive el país, que registra una de las tasas de homicidios más altas del mundo y que se encuentra inmerso en una lucha constante contra las pandillas.

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