Silvio Berlusconi, el empresario y político italiano que dominó la escena pública de su país durante casi tres décadas, falleció hoy a los 86 años en su residencia de Arcore, cerca de Milán, tras una larga enfermedad. Su muerte cierra una etapa turbulenta y controvertida de la historia italiana, marcada por sus escándalos judiciales, sus excesos personales y su influencia mediática.
Berlusconi fue el fundador y líder del partido Forza Italia, que se convirtió en la principal fuerza política de centro-derecha desde su irrupción en 1994. Fue primer ministro en cuatro ocasiones, entre 1994 y 2011, alternando el poder con los gobiernos de centro-izquierda. Su estilo de liderazgo, basado en el carisma, el populismo y el clientelismo, le granjeó el apoyo de millones de italianos, pero también le valió el rechazo y la crítica de sus adversarios políticos y sociales.
Berlusconi fue también el dueño del imperio mediático Mediaset, que controla tres cadenas de televisión privadas y numerosos medios de comunicación. Su poder económico y mediático le permitió moldear la opinión pública a su favor y escapar de numerosas acusaciones de corrupción, fraude fiscal, abuso de poder y prostitución de menores. Su vida privada estuvo salpicada de escándalos sexuales, fiestas extravagantes y divorcios multimillonarios.
Berlusconi fue considerado como el precursor del populismo moderno, un fenómeno político que ha cobrado fuerza en Europa y en el mundo en los últimos años. Su discurso antielitista, nacionalista y antieuropeo, su apelación al sentimiento y a la identidad colectiva, su desprecio por las normas democráticas y su habilidad para conectar con las masas a través de los medios de comunicación fueron algunas de las características que definieron su forma de hacer política. Su legado ha inspirado a otros líderes populistas como Donald Trump, Boris Johnson o Jair Bolsonaro.
La muerte de Berlusconi abre un vacío en el panorama político italiano, donde su partido ha perdido peso e influencia frente a otras formaciones más radicales como la Liga Norte o el Movimiento 5 Estrellas. Su figura seguirá siendo objeto de debate y controversia entre sus seguidores y sus detractores, que lo consideran como un salvador o un destructor de la democracia italiana.