Los 212 inmigrantes salvados en el Mediterráneo por la nave humanitaria Geo Barents de Médicos Sin Fronteras (MSF) acabaron este martes su odisea marítima y desembarcaron en el puerto de Catania (sur de Italia), después de que el Gobierno se lo impidiera en un primer momento por no considerarles vulnerables. El jefe de misión de MSF, Juan Matías Gil, lo anunció “con gran alivio” tras una larga jornada en la que expertos del Ministerio de Sanidad italiano habían ingresado a bordo para estudiar el estado de salud de estas personas, rescatadas hace dos semanas en el mar.
El Geo Barents atracó en el puerto de Catania este sábado con 572 inmigrantes a bordo, pero en un primer momento solo desembarcaron los considerados “vulnerables”, esencialmente mujeres, menores y enfermos, mientras que el resto tuvieron que quedarse en la nave. El Gobierno italiano de la ultraderechista Giorgia Meloni había ordenado que solo pudieran tocar tierra los inmigrantes que tras una evaluación médica demostraran encontrarse en una situación de vulnerabilidad, mientras que el resto debían permanecer en el barco humanitario para ser después éste devuelto a aguas internacionales.
Se trata de una estrategia impulsada, por decreto, por el vicepresidente y ministro de Infraestructuras, Matteo Salvini, con competencias portuarias y que pretende dificultar la labor de las ONG, a las que culpa de fomentar la inmigración ilegal desde el norte de África. Sin embargo, MSF pidió una segunda evaluación en el barco, ya que había surgido un brote de sarna y muchos de quienes se encontraban a bordo sufrían ataques de pánico y otros problemas mentales. Así que los funcionarios del ministerio volvieron a la nave y, tras casi doce horas de “extenuantes” exámenes, decidieron permitir el desembarco de todos.
La decisión fue recibida con aplausos en el barco, pero también por parte de una treintena de jóvenes activistas de movimientos de izquierda que acudieron cada día al puerto para exigir, megáfono en mano, su “liberación”. El Geo Barents ha sido escenario de momentos de desesperación. Los inmigrantes descolgaron en su cubierta carteles en las que se leía “Help us” (ayúdennos), mientras gritaban desde sus ventanas, y otros fueron incluso más lejos: dos sirios que aseguraron haber sufrido todo tipo de abusos en la violenta Libia saltaron por la borda en la mañana del lunes y llegaron a nado al muelle, es decir, a territorio italiano.
Ahí han permanecido, en el suelo, negándose a regresar a la nave y exigiendo solicitar asilo. Uno de ellos tuvo que ser evacuado a un hospital de Catania por alcanzar los 39 grados de fiebre. Asimismo, de los 215 inmigrantes “rechazados” por Salvini, otro ha sido sacado del barco después de que los médicos constataran que en realidad era menor de edad, un dato que ocultó por temor.
Huelga de hambre
Paralelamente, en el puerto de Catania, pero a cierta distancia del Geo Barents, se encuentra atracada la alemana Humanity 1, de SOS Humanity, la primera en afrontar la nueva doctrina de “desembarcos selectivos” del Gobierno de Meloni. Llegó al muelle siciliano con 179 inmigrantes, pero solo pudieron descender 144 “vulnerables”. Otros 35 permanecen dentro a la espera todavía de conocer su destino y la mayoría lleva dos días en huelga de hambre.
Además, frente a Catania había otra nave humanitaria, la noruega Ocean Viking de SOS Méditerránee, con 234 inmigrantes salvados entre el 22 y el 26 de octubre, entre estos más de 40 menores solos. Al contrario que los otros barcos, este no había llegado a entrar a aguas italianas y permanecía cerca del límite de las doce millas a la espera de un permiso que no se logró pese a enviar más de 30 solicitudes. Finalmente, y en medio de una situación “desesperada”, con casos de ansia e insomnio y varias peleas, decidió poner rumbo a Francia, presumiblemente Córcega o Marsella, aunque aún no ha recibido instrucciones al respecto.
En esta nueva pugna entre Salvini y las ONG hubo una excepción, la del pequeño barco alemán Rise Above fletado por la organización Mission Lifeline y que llevaba a bordo a 89 inmigrantes, después de evacuar a 6 en los últimos días. Aunque la nave había entrado en las aguas de Catania, finalmente recibió instrucciones para dirigirse a la cercana Reggio Calabria, en el extremo sur de la península, donde pudo desembarcar a todos. “Estamos muy contentos”, celebró su capitán, el español Marco Antonio Martínez. Tras esta larga jornada en el puerto de Catania, Salvini dijo que “Italia no será cómplice del tráfico de personas” y se preguntó: ¿Alguien empieza a entenderlo?”, en un claro aviso de futuro para las organizaciones humanitarias del Mediterráneo central, una de las rutas migratorias más letales del planeta.