Ayuso llamando vagos a los médicos con la reorganización de los Servicios de Urgencias.
Estamos escuchando mucho a Ayuso llamando vagos a los médicos con la reorganización de los Servicios de Urgencias de Atención Primaria (SUAP) y los Servicios de Urgencias de Atención Rural (SUAR). Si, insultando a esos mismos que arriesgaron sus vidas en la pandemia. Y el PSOE de Madrid está lanzando una campaña de ataque a la presidenta, pero viendo las noticias que nos llegan desde las urgencias del Hospital de Torrevieja, en Alicante Comunidad Valenciana, donde gobiernan los Socialistas con otros partidos de izquierdas, más les valdría estarse calladitos. En el medio, el personal sanitario sufre las consecuencias de tener tan malos gobiernos.
Dicen los politicuchos del PP-SOE que no hay médicos en España para contratar, pero el número de médicos colegiados aumentó un 2,8% y alcanzó los 283.811 en 2021, y el de enfermeros colegiados subió un 1,8% situándose en 330.745 en el mismo año. La tasa de médicos colegiados se situó en 5,99 por cada 1.000 habitantes y la de enfermeros en 6,98 (Con una población española de 47.330.801). En la Unión Europea hay un total de 1.771.034 médicos y 4.202.304 enfermeros. Las tasas en Europa de médicos es de 3,96 por cada 1000 habitantes y la de enfermeros es de 9,40 (Con una población europea de 446.328.803).
Así que es completamente mentira que nos falten médicos en España, por que los datos dicen que tenemos un 51,26% de médicos más que la media europea. Lo que sí que nos falta es personal de enfermería donde tenemos un 34,67% menos que la media europea. Y entonces ¿Por qué no les contratan?
La respuesta a esa pregunta y primera de las razones de este artículo es porque las condiciones laborales, tanto en las comunidades gobernadas por el PSOE, como en las gobernadas por el PP, son pésimas, los sueldos son paupérrimos, pero encima los contratos son de días o de horas, haciendo que haya personal sanitario que haya concatenado hasta la cifra de 327 contratos en 6 años, en el caso de Sandra, una enfermera gallega. El personal de enfermería se queja de que les ofrecen sueldos muy poco superiores al mínimo interprofesional, y hablamos de profesionales cualificados con una carrera universitaria, que trabajan a turnos, 24 horas al día, 7 días a la semana, y con una inmensa responsabilidad, nuestra salud, y eso que en nuestro país sí que faltan enfermeras.
En el caso de los médicos, se están contratando muy por debajo de los 50.000 brutos al año. En muchos municipios que no llegan a ser ciudad, el alcalde y los concejales cobran más. Tanto médicos como enfermeros saben que fuera de España podrían cobrar mucho más, incluso mucho más del doble, llegando a los 3000€ mensuales los enfermeros y de 5000 a 8000€ los médicos.
También hay que hablar de las instalaciones. A principios de esta primavera, el actor Antonio Resines dijo que parecía que estábamos en la Rusia soviética después de haber estado ingresado. La verdad, viendo el estado deplorable de muchos edificios, no tengo nada más que darle la razón. Y la segunda razón es que no se puede tener una sanidad puntera en edificios pre franquistas en 2022.
En las noticias he podido escuchar que los médicos planean convocar una huelga en Madrid, pero se les exigían unos servicios mínimos del 100%. El caso es que ellos quieren ir a la huelga porque con el personal existente no llegan a cubrir el 100%, y aquí está la completa incongruencia y a la vez, la violación flagrante de su derecho a la huelga. Perfectamente puede incluso darse el caso de que todos ellos convoquen la huelga, ninguno de ellos la secunde, todos vayan a su puesto de trabajo y aún así incurran en un gran incumplimiento de los servicios mínimos. La única huelga posible que les queda es la huelga japonesa, que al no estar en un entorno de producción de un producto físico, no funcionará en absoluto.
Y esta es la tercera razón. La administración les aprieta tanto las clavijas que viven un estado constante de estrés y no tienen ninguna manera de presionar a sus contratadores para que eso cambie. Algunos incluso se han quejado que les mandan a trabajar a más de 100kms de su domicilio, cuando anteriormente su puesto de trabajo estaba muchísimo más cerca. Yo personalmente, con el precio actual de los carburantes, me negaría a hacer más de 200 kms de ida y vuelta para ir a trabajar 8 horas y ganar poco más de lo que voy a gastar.
Hay que hablar de la carga laboral. Hace poco más de un año, tuve el honor de hablar con el doctor Abreu, un referente nacional en enfermedades inflamatorias intestinales. Este doctor empezó a hacer medicina cuando yo era un niño, trabajando para la sanidad pública, sin embargo ahora tiene consulta en la privada y sin depender de ninguna aseguradora (Esto quiere decir que él solo gana según los clientes a los que atiende), y la razón que él me dijo fue claramente que con la afluencia desproporcionada de pacientes a la que se vería obligado a trabajar, le impedirían poder dar a sus pacientes la calidad necesaria y que él sí puede ofrecer a sus pacientes fuera de las obligaciones que marca la sanidad pública.
Las enfermedades inflamatorias intestinales, son enfermedades complejas y en España, el diagnóstico se retrasa muchísimo, y requiere de un especial cuidado y atención al paciente. Mientras que hacía más de 20 años, un médico podía ver a 10 pacientes en esta especialidad al día, en la actualidad tienen que ver a 40 pacientes en 8 horas.
Esta es la cuarta razón por la cual el personal sanitario no quiere trabajar para la administración pública. La carga laboral es desproporcionada, y si se quiere hacer un trabajo de calidad, el estrés alcanza niveles difícilmente aguantables a medio y largo plazo. Esto no solo pasa en esta especialidad, sino que pasa en todas y cada una de las especialidades y en todos los puestos de trabajo en sanidad.
Las únicas soluciones son, en primer caso bajar la calidad en las partes del trabajo que no arriesgan la vida y la salud de los pacientes de manera directa, aunque de manera indirecta pueda provocar grandes retrasos en algunos casos; bajar los brazos por completo, con todo lo que ello conlleva para los pacientes; caer enfermo en un futuro a medio o largo plazo, y de manera certera por culpa del estrés, con las consecuencias personales y familiares que pueden conllevar; o irse y trabajar en otro lado, rechazando un puesto de trabajo público, o incluso un puesto de funcionario.
En Marzo salió la noticia que había solo 2 oncólogos para 70.000 habitantes en Baleares, un personal claramente insuficiente y mucho menos en una especialidad que tiene el índice de mortalidad más alto de todas las especialidades. En Baleares hay varios problemas que no ayudan, pero la decisión del gobierno autonómico de exigir un B1 de idioma cooficial echó más gasolina al fuego. El nazionalismo (si, esta palabra yo la escribo con z), en comunidades gobernadas con el PSOE como Valencia o Baleares, en comunidades autónomas gobernadas por nazionalistas como Cataluña o País Vasco, también comunidades gobernadas por el PP como Galicia y la complicidad del gobierno nacional tanto con Rajoy como con Sánchez, parte muchas aspiraciones laborales de personas muy cualificadas para ejercer la medicina, pero que no tuvieron la oportunidad de aprender esos idiomas en la escuela.
Esta es la quinta razón. El personal sanitario ve con muy malos ojos que los partidos políticos den más importancia a sus ideologías identitarias que a la importancia que tiene el peso de una sanidad de calidad en la política. Muchos tienen que cambiar su residencia y exiliarse para poder trabajar, pero para administraciones gestionadas por políticos que callan cuando compañeros suyos de partido hacen lo mismo en otros lugares.
Toca hablar de sindicatos. En España solo hay un 12,5 % de trabajadores afiliados a un sindicato, frente al 65’5% de Suecia o el 50’4% de Noruega. Muchos se han preguntado “¿Donde están los sindicatos?” Ante tanta precariedad laboral, salarios bajos, teniendo más de 22% de la población española en riesgo de pobreza, la subida de las facturas de la luz, gas, carburantes y cesta de la compra. Y los sindicatos no aparecen. Los problemas del personal sanitario no son nuevos, llevan mucho tiempo, y ningún sindicato ha hecho nada.
El problema de los sindicatos reside en la financiación de los mismos. En España hay menos de 2.500.000 afiliados a los sindicatos, pero hay 266.000 delegados sindicales. Parece ser que hay unos 9 afiliados por cada delegado sindical y no encuentro datos oficiales de cuántos liberados sindicales hay en la actualidad, aunque si encuentro noticias que hablan de 57.000 liberados sindicales en 2010.
¿Y de donde sacan el dinero los sindicatos? Del gobierno de turno nacional y de los distintos gobiernos de las CCAA, y esto quiere decir que su supervivencia y porvenir no está decidido por los trabajadores, sino por los gobiernos que les dan todo el dinero para mantener su vidorra y sus estructuras de estómagos agradecidos. ¿Y cómo van los sindicatos a morder la mano que les da de comer? Pues no lo hacen realmente ni cuando gobierna la derecha, y cuando gobierna la izquierda ni muerden ni hablan.
Y este es el sexto problema, y es un problema compartido con el resto de trabajadores españoles. Si nos ceñimos al significado de la palabra sindicato, que es textualmente “Asociación de trabajadores cuyo objetivo es la defensa de los intereses profesionales, económicos y laborales de los asociados” nos encontramos con el problema de que los sindicatos mayoritarios españoles no cumplen con ninguno de los elementos de la definición.
“Asociación de trabajadores” todo el mundo sabe que casi no hay trabajadores en los sindicatos por falta de sindicación y la muchos de sus afiliados están cobrando por ello o haciendo política con ello para ascender en la organización y terminar cobrando. “cuyo objetivo es la defensa de los intereses de los asociados” con un 12’5 % de sindicación, sólo buscarían los intereses de esos 2’5 millones de afiliados, mientras ellos van diciendo que son los que protegen a los 20 millones de asalariados.
Evidentemente tal y como está el entramado sindical, trabajan para ellos mismos y para quienes les pagan, los gobiernos de turno. Para aparentar, dan algo de protección al resto de afiliados, pero en realidad no protegen nada a quienes no conocen. Y esto lo digo tranquilo con los malísimos datos de las condiciones de trabajo. Esto en otros países no sucede porque los sindicatos dependen enteramente de los trabajadores afiliados para su supervivencia, y no les va mal porque incluso pagan los días de huelga. Eso sí, allí casi no hay liberados sindicales ni personas que se peguen la vida padre a costa de los trabajadores.
En concreto, de vuelta en España, el sector sanitario, no tiene ningún derecho porque no pueden ni siquiera hacer huelga, y por lo tanto ninguna capacidad de presión sobre los gestores, salvo renunciar, terminar con la relación laboral, y que los gestores se vean con el culo al aire. Y esta parece ser la decisión que ya muchos han tomado.
Cuando hablamos de falta de médicos, normalmente solo hablamos de contrataciones, pero nunca hablamos de despidos, en concreto de los disciplinarios por mala praxis. Hay que tener en cuenta que cuando hablamos de grandes colectivos profesionales, no todos los trabajadores son buenos, es imposible. No hablamos de personas que tienen un mal día de vez en cuando, o de personas que sus aptitudes no les permiten hacer su trabajo con la suficiente calidad, ni mucho menos, sino de personas que seguramente tengan sus aptitudes perfectas para trabajar pero su actitud pésima y egoísta no les permite ser buenos trabajadores y que hacen a los demás tener un mal día, todos los días.
En todos los gremios, en el mío también, hay malas personas que no dejan de ser malas personas cuando están en el trabajo, y esas malas personas practican mal sus oficios, dando pésimos resultados, muchos problemas a sus compañeros, jefes y empresas. El colectivo sanitario no se salva, pero lo que sí sabemos es de muchas quejas de pacientes de mala praxis y mala atención, que no llegan a ningún lado.
Los sindicatos hicieron mucho hincapié desde hace décadas para que España no se pareciese en nada a EEUU, Australia o Gran Bretaña, donde si un médico se equivoca y provoca daños, su carrera se termina y recibirá una condena de la cual le será muy difícil levantarse. En contraposición en España, esto no ocurre. El activista pro ley ELA Jordi Sabater, tuiteó recientemente que un médico de la especialidad de neurología le ocasionó muchos problemas al asegurarle que él no estaba enfermo de ELA. Actualmente Jordi Sabater está diagnosticado de ELA, solo puede mover unos cuantos músculos faciales y sobrevive gracias a la traqueostomía, sonda gástrica y tener contratadas varias personas para su cuidado diario. Sin embargo ese médico, a pesar de su error, sigue ejerciendo la neurología.
Yo mismo he oído y sufrido de malos diagnósticos que me han ocasionado problemas. También he encontrado a muchísimos más facultativos que hacen muy bien su trabajo, y que me han salvado la vida a mi, a mi mujer y a mis hijos. Pero no voy a ceñirme a experiencias personales, sino a datos. Según el informe sobre mala praxis médica elaborado por Medscape, solo en un 2 por ciento de los casos la justicia dio la razón a los demandantes. Y solo hablamos de los casos que se denuncian, porque la gran mayoría, ni se denuncian, porque los pacientes creen acertadamente que en España, es una pérdida de tiempo, dinero y categoría el denunciar a un médico.
Y aunque parezca que estos datos favorecen a los médicos, en realidad van en su contra y constituyen la séptima razón por la que nuestro sistema de salud pública hace aguas. No hay higiene laboral en el sistema de salud pública, y eso quiere decir que los malos médicos seguirán haciendo de las suyas, mientras, sus compañeros que no son malos trabajadores, seguirán haciendo su trabajo, viendo como sus malos compañeros cobran lo mismo por no ejercer bien su profesión y sin esforzarse tanto.
Además, las carteras de pacientes de los malos médicos se vacían porque esos mismos pacientes piden el cambio, mientras las carteras de pacientes de los buenos médicos están repletas. Esto quiere decir que los buenos médicos no solo se esfuerzan más con cada paciente, sino que además tienen que hacerlo muchas más veces que sus malos compañeros. Ni que decir tiene que los pacientes tenemos el derecho a una segunda opinión en el caso de los especialistas, y cuando buscamos esa segunda opinión ya intentamos informarnos sobre cual es mejor médico o servicio. Así que en el caso de los especialistas también tienen que ver a los pacientes rebotados de los malos compañeros, y trabajar más.
Todo esto, al final, crea un entorno de trabajo viciado, donde los malos médicos, trabajan muchísimo menos que sus compañeros, cobran lo mismo y además sobrecargan a sus buenos compañeros, y los buenos médicos sufren el descaro, la desidia y la mala actitud de estos malos trabajadores, sumando además las quejas de los pacientes. En base a mi experiencia como mando intermedio, no hay nada mejor que pueda hacer un jefe por sus trabajadores que librarles de los trabajadores conflictivos y vagos que les carguen con más trabajo, y esto no se hace en la sanidad pública.
Son notorias las contrataciones que empresas privadas de salud hacen a gestores políticos de las comunidades autónomas. No hablamos, ni mucho menos, del caso de Rafael Bengoa, que fue consejero vasco de Sanidad y experto de reconocido prestigio a nivel internacional habiendo sido consultado por la administración Obama. Hablamos de otro tipo de consejeros. Además lo hacen en un clima envuelto de quejas generalizadas, manifestaciones en las calles y malos resultados con los datos sobre la mesa. Muchos piensan que estas empresas utilizan estas contrataciones como incentivos para que la sanidad pública no funcione lo bien que podría funcionar. Algunos lo llaman “puerta giratoria”, pero en un mundo modélico estas contrataciones solo serían entendibles si se hubiese gestionado de manera ejemplar, la opinión generalizada fuese buena y los datos arrojasen resultados positivos, como en el caso de Rafael Bengoa.
Esta es la octava razón por la que la sanidad hace aguas. Los políticos encargados de que la sanidad funcione bien, no reciben ningún incentivo por hacer bien su trabajo, pero si reciben muy buenos incentivos si su trabajo hace que la sanidad pública empuje a los pacientes a pagar un seguro privado para salir huyendo de un sistema lento, con incertidumbre de calidad y sin facilidades para el paciente.
El problema de la financiación de la Seguridad Social no se podía quedar atrás. La sanidad pública se paga con las cotizaciones a la seguridad social, pero no es el único concepto pagado con estas cotizaciones. Las cotizaciones de la Seguridad Social se destinan a pagar gastos como la cobertura sanitaria, las pensiones, las prestaciones por desempleo, FOGASA y formación para el empleo. El caso es que en los últimos 20 años, los salarios casi no han subido. Datos de la OCDE arrojan que los salarios en España subieron solo un 1’8% desde el año 2000 hasta el 2019. SOLO UN 1’8% EN 19 AÑOS.
Así que las cotizaciones a la seguridad social no subieron mucho más porque la base imponible casi no subió. Sin embargo del año 2008 al 2012, las prestaciones por desempleo subieron muchísimo, y en estos últimos 22 años, el número de pensionistas no para de subir, la pensión media no para de subir y la hucha de las pensiones se vació en los gobiernos de Rajoy. El caso es que la Seguridad Social tiene déficit, y como el número de pensionistas va a seguir aumentando, el déficit también. Una de las maneras de reducir el déficit de la seguridad social es invertir menos en sanidad.
En 2020 España invirtió 1904€ por habitante en sanidad; por detrás de Alemania, Dinamarca, Irlanda, Luxemburgo, Países Bajo y Suecia que invirtieron más de 4000€ por habitante; Austria, Bélgica, Finlandia, Francia y Reino Unido que invirtieron más de 3000€ por habitante; e Italia que invirtió poco más de 2000€ por habitante. Por detrás de España están los países Bulgaria, Chipre, Croacia, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Grecia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, Portugal, República Checa y Rumanía. Cuando nos dijeron que en España, la sanidad era la mejor del mundo en los años 80 y 90, era cierto, pero después de tanto tiempo y viendo como otros países invierten incluso más del doble que España por habitante, ya no lo creo.
Esta es la novena razón. España ha ido invirtiendo más año tras año en sanidad pero ha ido perdiendo puestos en % del PIB y inversión por habitante con respecto al resto de países que sí se han puesto las pilas. No se puede tener la mejor sanidad del mundo invirtiendo mucho menos de la mitad por habitante que países muy serios y donde la gente vive muy bien.
Sobre la mala gestión primaria, especialistas y urgencias. En una de las entrevistas del consejero de sanidad vasco Rafael Bengoa, del que he hablado anteriormente, él da mucha importancia a evitar que los pacientes lleguen a ir a urgencias por problemas que serían atajables desde la atención primaria o de especialistas, y la da porque los costes derivados de la atención en urgencias son muchísimo más altos que los costes en primaria y en especialistas.
Y esta es la última y décima razón. Los sucesivos gobiernos tanto nacionales como autonómicos están permitiendo esta mala gestión en la cual la atención primaria es deficitaria, la atención por médicos especialistas es deficitaria y tardía en muchos meses, y esto ocasiona que los pacientes empeoren mientras esperan durante meses, y acaben en urgencias por problemas que meses atrás no eran urgentes y eran evitables. Esto ocasiona un sobrecoste enorme para las arcas públicas y una saturación de los servicios de urgencias completamente evitable.
Estas son las 10 razones que humildemente he encontrado. Son las mismas razones en todas las CCAA a salvedad de las del idioma cooficial. Son las mismas razones ya gobiernen PP, PSOE o nazionalistas. Son las razones que podrán escuchar a facultativos y a pacientes. Pero no serán las 10 razones que escucharan de boca de los representantes de los partidos que gobiernan actualmente España y las CCAA. Los gobernantes del Bicorruptismo y sus cómplices separatas y extremistas lo saben, pero les da igual por que ellos tienen colegios privados para sus hijos y seguro privado de salud. Ellos nos abandonaron hace décadas mientras los españoles, de manera incomprensible, todavía les seguimos votando.
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Comments
JAVIER DE LA VERA
Muy interesante.